Las ciudades son lugares llenos de gente y vacíos de humanidad. Nos sentimos solos y deprimidos ante tanto edificio, tantos vehículos, tanto ruido, tanta soledad. Somos muchos pero estamos solos. Pero entre tanta soledad hay Alguien que camina junto a nosotros. Que nos escucha. Nos comprende. Nos ama. Siente nuestras soledades y depresiones. Alguien lo llamó PADRE y nos invitó a que le conversáramos, le contáramos nuestras angustias y nuestras penas para que se puedan convertir en alegrías y esperanzas. Te invito a que converses on nuestro Padre Dios de una forma distinta, poco convencional, la de rezar por la calle y no en el templo, la de sentir la alegría de vivir de cada día, la de conversar con Alguien que nos escucha y ama. Alguien que es Padre. Y Amigo. Y Compañero del Camino de la Vida.

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Saturday, October 27, 2018

Sin decir adiós!

Se fueron; ni antes, ni después. 
Se fueron cuando amaron lo suficiente, cuando habiendo exhalado el último suspiro, supieron que su papel físico junto a nosotros había terminado. 
Se fueron amando la vida, queriendo quedarse; pero sabiendo que se tenían que ir. 
Nos quedamos tristes, no ensayamos una despedida. 
Pero... ¿Quién lo hace? 
Sus fuerzas se acabaron, pero cuando estaban de pie nos demostraron que cuando se quiere, se puede abrazar la vida de tal modo que se quedará marcada para siempre.
Estábamos tan acostumbrados a ver sus ojos abiertos y brillando. 
Es difícil asimilar que esa mirada un día tenía que opacarse por la penumbra oscura en la recta final de esta travesía. 
Un pedazo de nosotros se fue con ellos. 
Pero un pedazo más grande se quedó aquí, junto a nosotros, para recordarnos que hay un legado de honor que se debe transmitir a otras generaciones. 
Hubiese sido un privilegio detener el tiempo y perdernos en los abrazos que nunca debieron terminar.
Paradójicamente fue el mismo tiempo que no pudo perdonar su existencia el que hará que esta ausencia se mitigue... 
Nunca con olvido, pero sí con resignación. 
Seguro mientras recordamos se hará un nudo en la garganta, inevitablemente brotarán lágrimas. 
Lágrimas que a ellos no les gustaría ver dibujándose en nuestro rostro. 
No hay más abrazos. 
No hay más palabras. 
Hoy con nostalgia enviamos un beso al cielo. 
Sin la certeza de que ese beso vaya a llegar, pero con la convicción de que si aún estuvieran aquí, seguro quisieran recibirlo. 
Quédate con lo mejor de aquéllos que ya no están, guarda sus virtudes para el tiempo de aflicción. 
Ama a los que se han quedado, pues amando harás que el recuerdo de quienes han partido perdure para siempre. 
Sea su recuerdo, tu motivación; su legado, el compromiso a mejorar. 
Su ejemplo, el desafío más grande; Y sus ganas de vivir también las tuyas.
Deja que las lágrimas se lleven la tristeza y empieza a respirar. Te quiero fuerte; más fuerte que el roble. 
Necesitas fe para comprender que cuando tengas que irte estés valientemente vivo para poder despedirte.


Descubriendo el Siglo 21
Discovering 21century
Fr Tomás Del Valle-Reyes
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